La banalidad del mal en la sociedad

Termino de ver el programa de Salvados de hoy bastante indignada. Indignada por la clase de políticos que nos gobiernan y triste por la falta de valores de la sociedad.  Hoy el programa iba sobre el accidente en el metro de Valencia que costó la vida a 43 personas, y que  cuesta encontrar a alguien que lo recuerde. Accidente que quedó impune. Pero el de la otra semana iba sobre la industria farmacéutica. Y el anterior de otro tema totalmente diferente. Pero en todos veo un patrón común que es la banalidad del mal y la falta de valores.

Hannah Arend acuño término «banalidad del mal» que no es nada exclusivo del nazismo. Su libro Eichmann en Jerusalen  trata sobre el juicio a este funcionario nazi que no era un tipo que se considerase especialmente malo, simplemente cumplía órdenes y lo hacía eficientemente. Como funcionario era ejemplar ejecutaba órdenes y punto. Es una simple cadena de mando. El número de judíos muertos era otra cosa.

 

Puede parecer exagerado aplicar este mismo término a la sociedad, pero si analizamos es lo que está ocurriendo. Cuando una persona se presta a realizar cualquier acción de moral cuestionable solo porque sí, o porque es su trabajo, o porque le han comprado de alguna manera está insertándose voluntariamente en esta cadena del mal. Volviendo al Salvados de #Olvidados se cuenta cómo fue la comisión de investigación, que para ser el accidente de metro más grave de España duró 4 días, las personas llamadas a declarar tenían un guión que se les «facilitó» para acuñar la versión oficial y evitar contradicciones. Está muy bien que una persona años después hable y diga lo que le dijeron que debía decir, y que rectifique. Pero el problema es que la gente acepta esto. Te pueden dar un guión pero depende de la catadura moral de cada uno decir la verdad o no. En el momento en el que aceptas esto estás siendo cómplice y tan culpable como los verdaderos responsables. Estás siendo cómplice y además estás ayudando a que se cometa otra injusticia.

Respecto al tema político en democracia la palabra corrupción debería ser la excepción. Un político debe ser inmaculado, debe ser ejemplar, debe ser una persona a la que prestamos nuestro voto, nuestra voluntad, para que nos represente. Y para que nos represente durante un tiempo finito y siempre y cuando respete la voluntad del pueblo. En tiempos de vacas flacas es muy fácil criticar, indignarse y pedir cabezas. Pero no olvidemos que las cabezas que ahora pedimos son las que hemos puesto en esos sillones en época de vacas gordas. Que mientras ha habido botín del que beneficiarse parece que no era tan malo que a cambio de un trabajo, de un dinero, o simplemente a cambio de un estatus, la sociedad consintiese y engordase al monstruo. Un político corrupto no debería existir y debería asumir responsabilidades al minuto uno. Se ha consentido que esta especie se convierta en endémica en nuestro país, todo porque cuando teníamos el poder de construir nuestra democracia estábamos a otras cosas y la gente vendió la democracia. Y añadiría que la gente que vendió lo más valioso que tenemos, que es nuestra libertad y capacidad de decidir, lo vendió muy barato. Uno tiene la opción de dejarse comprar o no, si una persona tiene unos valores íntegros no se dejará comprar de la misma manera que no robará no porque lo prohíban las leyes sino porque está mal. Siendo optimistas pensemos que el ser humano es capaz de aprender durante toda su vida, y que por lo tanto no es tarde para que la sociedad se reeduque y tome conciencia de los valores democráticos, y consiga erradicar la plaga de corrupción que está consumiendo España.

Ahora me pregunto ¿es posible reconstruir una democracia que no lo es desde los cimientos que ya tenemos o es necesario derribar todo y empezar de cero?, ¿si el pueblo recupera su soberanía será capaz de mantenerla sin venderla al mejor postor?